Page 61 - La Nuit des Feuillentines

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5.- “Si es por mi culpa”... “y no vuestra voluntad”... Está dispuesta a hacer penitencia. Pero
¿dónde está la voluntad de Dios?
6.- El último combate. Como al principio, Juana recuerda: ”los desórdenes de la herejía”,
“las vanidades del mundo”..., evocadas aquí por un cielo tempestuoso, que le han impedido
encontrar plenamente a Dios, y el refugio de paz esperado, y por fn conquistado, de las
Fuldenses ¡está cerrado para ella! Este es evocado por el campanario del Monasterio en
el alba que se anuncia, con una pequeña luz que permanece todavía como una última
llamada. Al otro lado, delante de ella, encima de una ciudad que la espera todavía envuelta
en la noche, se vislumbra un pequeño camino que va a abrirse misteriosamente en un
cielo apacible y diáfano, por encima de todas las agitaciones, pero ella no lo ve... “¿A dónde
iré a buscaros?”
7.- Es la hora del sosiego, ya no lucha, no se formula más preguntas. “Con tal de que
Dios esté en su corazón”, poco le importa el lugar donde Él la conduzca. Puesta de nuevo
completamente en las manos de Dios, está dispuesta a recibir su respuesta.
Las Fuldenses se eclipsan, Burdeos se ilumina.
8.- La efusión del Espíritu Santo. Por cuarta vez en este texto, se nos dice que Juana
“recuerda”. En las tres primeras, recuerda sus combates, lo que ella ha hecho (2.3), o no
ha sabido, o no ha podido hacer (6) para llevar a cabo el querer de Dios sobre ella. En esta
ocasión ya no recuerda lo que ella ha hecho para entregarse a Dios, sino lo que Dios ha
hecho para darse a ella, cuando, en su juventud, colmó su corazón de un deseo ardiente
de pertenecerle y que le dejó este mensaje:
“Hija mía, cuida de no dejar apagar jamás este fuego sagrado que yo he encendido en tu
corazón y que ahora te lleva con tanto ardor a mi servicio”.
Aquí está representada dentro de este fuego, y en medio de él oyó de Dios “que lejos de
abandonarla, tenía grandes planes sobre ella para su gloria y para la salvación de mucha
gente”.
9.- Y Dios le irá iluminando, de un modo cada vez más preciso, sobre su misión. En una
primera visión, como le ocurrió a Santa Teresa de Ávila a la que ella amaba mucho y en
quien pensaba a menudo, el Señor le mostró un gran número de almas indiferentes y sin
guía, en gran peligro de condenación, y en este momento “comprendió que era ella quien
debía tenderles la mano”.
Pero, ¿cómo? Y no sería ella sola.
10.- A esto responde la continuación del texto. Juana escucha; su espíritu y su corazón
están única y activamente abiertos a las luces que trazan el camino que se abre.
Dios la instruye y ella se deja instruir...: ayudas, una Orden dedicada a la educación de las
jóvenes, bajo la protección y a imitación de la Santa Virgen, con “una regla suave en la que,
las que no fueran capaces de las austeridades de las Órdenes Religiosas antiguas (¡como
las Fuldenses!) puedan encontrar en ella todos los medios de la alta perfección”.
Es el germen de la Compañía de María Nuestra Señora...